jueves, 5 de febrero de 2015

Los cuidados en la vejez del perro

Lo más importante es tener una buena calidad de vida

 

Los avances en nutrición y en medicina han conseguido aumentar la esperanza de vida del hombre y también la de su mejor amigo: el perro. Pero, de la misma forma que tiene lugar la aparicion de ciertos achaques en la vejez del ser humano, el mundo canino no está exento de padecer enfermedades asociadas a la tercera edad.

Los síntomas externos que nos alertarán para que empecemos a vigilar la evolución de nuestra mascota, serán las canas localizadas en los pies y en la parte que rodea al hocico. También nos servirá de alarma una mayor reticencia al ejercicio y a la actividad en general.

Es muy importante que estemos pendientes del comienzo de la edad madura del perro acudiendo al veterinario de forma periódica, ya que de la observación, el análisis y las pruebas realizadas, se pueden extraer desde problemas auditivos, visuales u obesidad hasta dolencias que pueden afectar a partes indispensables de su organismo, haciendo acto de presencia la insuficiencia renal, los trastornos gastrointestinales, las enfermedades cardíacas o el cáncer.

Ayúdale a vivir feliz
Existen una serie de cuidados geriátricos imprescindibles que nos pueden ayudar a ofrecerle a nuestro animal un buen mantenimiento en la recta final de su vida. Hay que tener en cuenta antes de nada que, dependiendo del peso, la vejez y la longevidad varían. En ejemplares de hasta 10 kilos, es decir, perros pequeños, la vejez tiene lugar a partir del octavo año de vida, mientras que la longevidad puede alcanzar hasta 13 años.

Los perros medianos, de entre 10 y 25 kilos, pueden llegar a vivir hasta 12 años de media y se les considera ancianos a partir de los 7, un año después que la de los perros grandes, ejemplares cuyo peso está entre los 25 y los 40 kilos, alcanzando la longevidad incluso a la década. Por último, los perros gigantes, que sobrepasan los 40 kilos, inician su vejez entre los 5 y los 6 años, mientras que su esperanza de vida ronda los 9 años.

La raza también es un factor genético decisivo en la longevidad de los perros. Por norma general, los pertenecientes a una raza pura disfrutan de una vida más corta que los ejemplares que han surgido de cruces. Tradicionalmente, los canes mestizos resisten mejor las enfermedades.

El lugar donde viven también influye, puesto que un perro que ha crecido en una casa, estará mejor cuidado y mejor alimentado que uno callejero.

Uno de los puntos esenciales que incide en la calidad de vida una vez alcanza nuestro perro la vejez, es la planificación de visitas al veterinario. Resulta esencial que contemos con la ayuda y el consejo profesional de un experto ya que él nos pondrá sobre aviso de cuáles son las medidas que debemos tomar ante la nueva etapa de nuestro mejor amigo.

Hoy en día, podemos optar por la puesta en marcha de programas especialmente indicados para ayudar a nuestro perro a sobrellevar su edad avanzada. Estos programas contemplan la realización, entre otras pruebas, de análisis de sangre, exámenes físicos completos y electrocardiogramas. El fin que se persigue es detectar lo antes posible la gestación de un posible problema de salud, para poder obrar en consecuencia.


Hacer frente a la vejez


 El primer consejo que se da desde las consultas veterinarias es la paciencia. La vitalidad que conocimos en nuestro fiel compañero va apagándose poco a poco. Sus saltos y carreras van haciéndose más escasos y pierden potencia. Suele ser común su permanencia en algún lugar sin moverse. Para que esté más cómodo será necesario que le proporcionemos un lugar de descanso más blandito, con una manta o con alguna tela acolchada. Este aspecto es más importante de lo que se piensa puesto que una superficie dura puede devenir en callosidades y úlceras.

Sentidos como la vista y el oído son ahora menos eficientes, por lo que a veces nuestro perro parecerá desorientado ante nuestra llamada, tardando más en reaccionar. Por tanto, no debemos pensar que no nos obedece, porque no se trata de eso. Prestaremos especial atención a este punto en los paseos diarios, ya que no sólo el perro acusará más el cansancio siendo el paseo más corto, sino que cuando lo dejemos suelto y lo llamemos quizá no nos oiga. Es fundamental que lo vigilemos cuando salgamos a la calle y que nunca le dejemos solo, con el fin de evitar que se pierda.

Necesidades alimentarias


 El aspecto de la movilidad está relacionado intrínsecamente con la alimentación de los ejemplares ancianos: al reducirse la actividad, bajan las necesidades calóricas. Un perro próximo a la senectud irá demandando físicamente una ingesta menos generosa para seguir en su peso idóneo. Tenemos que prestar atención a que coma según las calorías necesarias. Si no, corremos el riesgo de que sufra obesidad al comer más de que lo esencial, colocándose su peso en un 20% más de lo habitual.

También puede darse el fenómeno inverso, es decir, que pierda apetito y adelgace. Tanto en un caso como en el otro, la dieta que nos encargue seguir el veterinario debe cumplirse íntegramente para que se mantengan los niveles correctos de minerales, proteínas y vitaminas. En el caso de la obesidad, deberemos complementar el régimen con el ejercicio regular.

La insuficiencia renal y los problemas cardíacos son males que, si no se tratan debidamente, pueden resultar mortales. Las disfunciones en el riñón acarrean graves consecuencias porque incapacitan al perro en tareas del organismo que antes eran automáticas, mientras que las cardiopatías se acentúan con el paso del tiempo volviendo el trabajo de bombear la sangre para el corazón, en un esfuerzo cada vez más costoso.

Por otro lado, el cáncer también puede afectar a nuestro animal de compañía en forma de tumores. Se recomienda que periódicamente se palpen los ganglios de la papada para ver si están inflamados, con el fin de detectar lo antes posible un posible cáncer linfático.

Mímale, se lo merece

Ha pasado toda su vida dándote cariño así que, en sus últimos años a tu lado, tendrás que aplicarte para que los viva de la mejor manera posible. Una vez controlado su estado general de salud mediante el control médico y la
alimentación adecuada, atenderemos otro tipo de condicionantes más estéticos.

Tu perro ganará mucha más confianza en sí mismo si te preocupas por acicalarle a menudo. Un buen cepillado activará su circulación y le proporcionará un pelo menos enredado y más brillante. El cuidado de su manto implica también la posibilidad de darnos cuenta de síntomas de alopecia, dermatitis o el hallazgo de bultos cuya condición debe diagnosticar el veterinario.

Nuestra mascota nos agradecerá también que estemos al tanto del crecimiento y buen estado de sus uñas. Es recomendable que la tarea del corte se deje en manos profesionales, pero sí tendremos que cuidar que las uñas crezcan de forma normal puesto que si lo hacen en un sentido no habitual pueden enquistarse por debajo de la piel, lo cual resulta muy doloroso.

Por último, los dientes también deben ser revisados con periodicidad. Algunos perros reducen inevitablemente la cantidad de comida al día porque mover su dentadura para masticar les duele al haberse vuelto blandos sus dientes y sensibles sus encías. La higiene dental canina nos exige cepillar sus dientes con regularidad para evitar la formación de sarro. Podemos recurrir igualmente a comida seca, galletas duras o huesos especiales que ellos mismos muerden y que limpian su dentadura.

Cariño ilimitado, paciencia y cuidados físicos y médicos bastarán para que tu perro sobrelleve de la mejor manera posible la madurez que él se merece.
 

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