La traqueobronquitis infecciosa es una enfermedad altamente contagiosa que en los últimos años se ha convertido en la más frecuente. Sobre todo es diagnosticada en nuestros perros, en la estación fría.
Esta enfermedad está producida por la infección combinada entre el virus de la parainfluenza y la bacteria Bordetella bronchiseptica, aunque en muchos casos se adjuntan otros patógenos como sería el herpesvirus, el adenovirus o micoplasmas que pueden complicar mucho el cuadro clínico.
Popularmente esta enfermedad es conocida como “tos de las perreras”, porque antiguamente se diagnosticaba a los perros alojados en lugares con alta densidad de población como las residencias, las perreras o las tiendas de animales, lugares donde las condiciones de salubridad e higiene no suelen ser las más adecuadas y el hacinamiento conlleva a rápidos y amplios contagios.
Desgraciadamente, hoy en día la enfermedad se ha extendido tanto, que afecta cada vez más y más a nuestras mascotas. Estas se contagian con mucha facilidad en la calle tanto por contacto directo con los perros enfermos como por la inspiración de las micropartículas que se generan a través de la tos y los estornudos. Sería el equivalente a la gripe en personas.
El periodo de incubación de esta enfermedad es entre 3 y 10 días apareciendo síntomas muy variados que pueden manifestarse durante unos días pero que se puede extender a varios meses en los casos más graves.
Los cuadros clínicos en la mayoría de los perros adultos y sanos son leves o moderados presentando una tos persistente, seca y ronca, arcadas y secreciones nasales abundantes sobre todo por la noche o durante los periodos de actividad física (paseos, juegos, saltos etc.). La inflamación de la mucosa nasal y la presencia de las secreciones nasales conducen a la pérdida de la capacidad olfativa que tiene como consecuencia la disminución del apetito.
En los cachorros, en los perros mayores o en los que presentan patologías cardiorrespiratorias previas, los síntomas clínicos son más severos y en ocasiones de gravedad incluyendo además de lo expuesto anteriormente letárgia, fiebre, falta de apetito y una insuficiencia respiratoria importante que en muchas ocasiones se debe a una bronconeumónia que tarda varios semanas en curarse y en muchas ocasiones requiere la hospitalización del animal.
Esta enfermedad provoca una inflamación importante del faringe, laringe y la tráquea que restringe muchísimo el paso del aire, intensificando la tos y dificultando la respiración.
Si en los perros con una conformación normal del aparato respiratorio esta inflamación provoca una respiración dificultosa, en las razas braquicefálicas (con nariz chata) como es el Bulldog inglés, el Bulldog francés, Carlino, Bóxer, Pequinés etc., aparece una falta de aire severa con cuadros clínicos graves que en ocasiones puede provocar incluso la muerte del animal.
Por esto en las razas braquiocefálicas, en los cachorros, en perros mayores y en los perros con patologías previas cardiorrespiratorias, se hace imprescindible practicar una buena prevención a través de la vacunación específica para esta enfermedad en los meses de otoño.
Esta vacuna también se recomienda en cualquier perro que va a pasar una estancia en una residencia canina, que participen en exposiciones, practiquen “agility” y en general a los que estén frecuentemente en contacto con otros perros. En el caso de perros que van a ir a residencia o tengan que viajar, la vacuna debe aplicarse mínimo dos semanas antes del ingreso en la residencia.
En caso de infección el tratamiento varía en función de los síntomas clínicos y del estado del animal, por esto es muy importante consultar el veterinario lo antes posible para que el cuadro clínico no se complique. Para la recuperación, en primer lugar el animal necesita reposo, siendo necesaria la reducción de su actividad mientras esté enfermo. Dada la disminución del olfato es útil recurrir a alimentos húmedos, ligeramente calentados para que el animal siga alimentándose. Para su recuperación es muy importante vigilar el comedero y el bebedero periódicamente para asegurarnos que el animal bebe y come.
Para la administración de cualquier medicamento te recomendamos consultar el veterinario porque no hay un protocolo fijo de tratamiento en esta enfermedad y el veterinario es el único profesional que te puede ayudar establecer un tratamiento concorde con los síntomas y la gravedad del cuadro clínico que padece el animal. Además queremos recordarte que la administración de fármacos como aspirina, paracetamol o ibuprofeno, tan común para las personas, es altamente TOXICA en los perros provocando hemorragias digestivas e insuficiencia renal en dosis habituales.
Para evitar la diseminación de la enfermedad te recomendamos mantener aislado dentro del hogar al animal durante todo el periodo de los síntomas y uno siete días más para evitar la diseminación de los patógenos.
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