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Debido a su sistema social, muy similar al nuestro en distintos aspectos, la mayoría de los perros están muy unidos a sus dueños y con frecuencia solicitan atención de ellos.
Aquellos animales que reciben poca atención de sus dueños, bien porque estos pasan mucho tiempo fuera de casa o porque los mantienen aislados durante periodos del día muy extensos, pueden llegar a extremos insospechados para conseguir atención.
Aunque a muchos perros les basta con hacer cosas como mirarnos fijamente, gimotear o darnos con la pata para conseguir que les hagamos caso, en algunas ocasiones las conductas mostradas por el animal pueden ser mucho más molestas e incluso llegar a ser peligrosas o lesivas tanto para las personas como para el propio perro.
Entre las conductas más habituales podemos citar las siguientes: saltar sobre la gente, morder o tirar de los miembros y/o la ropa, robar objetos de sus dueños y ladrar. Algunas veces el animal puede también destrozar cosas o hacerse pis y/o caca justo delante de nosotros.
El proceso por el que un perro llega a manifestar una determinada conducta como forma de conseguir atención es un proceso de aprendizaje muy simple y perfectamente conocido.
En primer lugar, la necesidad que tiene el perro de que se le haga caso provoca una situación de excitación y nerviosismo que le lleva a realizar múltiples actividades (saltar, ladrar, coger cosas, etc.). De todas ellas, sólo las que consigan atraer la atención de su dueño serán tenidas en cuenta. A esta respuesta por parte del dueño se le conoce como refuerzo positivo de la conducta.
En teoría, la solución a este problema es muy sencilla: ignorar al animal cuando muestra la conducta indeseada.
Esto que a priori resulta tan fácil de decir, puede ser muy difícil de llevar a la práctica, especialmente cuando la conducta viene manifestándose desde hace mucho tiempo.
Por tanto, además de ignorar la conducta sistemáticamente tendremos que recurrir también a hacer otra serie de cosas:
- Establecer una rutina diaria en la vida del animal lo más estricta posible tanto en horarios de comida, como de paseo y especialmente de juego con el perro.
- Proporcionar al perro juguetes que llamen mucho su atención, especialmente en aquellos momentos en que deseamos estar más tranquilos sin que nos moleste o cuando sabemos que más solicita nuestra atención de forma inapropiada.
- Premiar al animal cuando está calmado.
- En cualquier caso, nunca deberemos empujar al animal, pegarle en el morro o hincarle una rodilla en el pecho si, por ejemplo, nos salta encima.
Si con todas estas medidas comentadas no logramos corregir el comportamiento del animal debemos ponernos en manos de un etólogo.
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